La ONU revela el impacto medioambiental oculto del bitcoin
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Un estudio de la ONU ha revela el impacto medioambiental oculto del bitcoin ya que la red mundial de minería de las criptomonedas depende en gran medida de los combustibles fósiles.
Esto tiene como resultado un impacto preocupante sobre el agua y la tierra, además de una importante huella de carbono, advierte la nueva evaluación, publicada en la revista ‘Earth’s Future’.
La extraordinaria subida de los precios de las criptomonedas en la última década ha impulsado enormes inversiones en el sector. Gracias al blockchain y a otros avances tecnológicos, las monedas digitales constituyen ahora un elemento avanzado del sistema financiero moderno del mundo, con un auge comparable a la fiebre del oro. Sin embargo, este apasionante mercado tiene un lado oscuro oculto, según el estudio.
Bitcoin es la criptomoneda más conocida y popular. Esto motivó a los científicos de la ONU a evaluar los impactos ambientales de Bitcoin en todo el mundo al observar las actividades de 76 naciones mineras de Bitcoin durante el período 2020-2021 y los resultados son “impactantes”. Además de una importante huella de carbono, las actividades mineras globales de Bitcoin tienen importantes huellas de agua y tierra.
“Las innovaciones tecnológicas a menudo se asocian con consecuencias no deseadas y Bitcoin no es una excepción –alerta en un comunicado el profesor Kaveh Madani, Director del Instituto de la Universidad de las Naciones Unidas para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud (UNU-INWEH), quien dirigió este estudio–. Nuestras conclusiones no deberían desalentar el uso de las monedas digitales. Por el contrario, deberían animarnos a invertir en intervenciones reguladoras y avances tecnológicos que mejoren la eficiencia del sistema financiero mundial sin dañar el medio ambiente.”
Según los resultados del estudio, publicados por la Universidad de las Naciones Unidas, durante el periodo 2020-2021 la red mundial de minería de Bitcoin consumió 173,42 Teravatios hora de electricidad. Esto significa que si Bitcoin fuera un país, su consumo de energía habría ocupado el puesto 27 en el mundo, por delante de un país como Pakistán, con una población de más de 230 millones de personas.
La huella de carbono resultante fue equivalente a la de quemar 84.000 millones de libras de carbón o hacer funcionar 190 centrales eléctricas de gas natural. Para compensar esta huella, habría que plantar 3.900 millones de árboles, que cubrirían una superficie casi igual a la de los Países Bajos, Suiza o Dinamarca o el 7% de la selva amazónica.
Durante este periodo de tiempo, la huella hídrica de Bitcoin fue similar a la cantidad de agua necesaria para llenar más de 660.000 piscinas olímpicas, suficiente para cubrir las necesidades actuales de agua doméstica de más de 300 millones de personas en el África subsahariana rural. La huella terrestre de las actividades mineras de Bitcoin en todo el mundo durante este periodo fue 1,4 veces la superficie de Los Ángeles.
Los científicos de la ONU informan de que la minería de Bitcoin depende en gran medida de fuentes de energía fósiles, representando el carbón el 45% de la mezcla de suministro energético de Bitcoin, seguido del gas natural (21%). La energía hidroeléctrica, una fuente de energía renovable con importantes repercusiones sobre el agua y el medio ambiente, es la fuente de energía renovable más importante de la red de minería de Bitcoin, satisfaciendo el 16% de su demanda de electricidad.
La energía nuclear tiene una cuota considerable del 9% en la combinación de suministro energético de Bitcoin, mientras que las energías renovables como la solar y la eólica sólo proporcionan el 2% y el 5% de la electricidad total utilizada por Bitcoin, señalan.
China, por un amplio margen, ha sido la mayor nación minera de Bitcoin. Para compensar las emisiones de carbono de las operaciones de minería de Bitcoin de China, intensivas en carbón, en 2021-2022, deberían plantarse unos 2.000 millones de árboles, cubriendo una superficie equivalente a la suma de Portugal e Irlanda o 45.000 veces la superficie de Central Park en Nueva York. Aparte de China, las 10 principales naciones mineras de Bitcoin del mundo en 2020-2021 incluían a Estados Unidos, Kazajistán, Rusia, Malasia, Canadá, Alemania, Irán, Irlanda y Singapur.
“Dado que los países utilizan distintas fuentes de energía para generar electricidad, el impacto de su producción eléctrica sobre el clima, el agua y la tierra no es el mismo –explica Sanaz Chamanara, autor principal del estudio e investigador sobre medio ambiente, asuntos sociales y gobernanza (EGS) en la UNU-INWEH–. La clasificación de los países en cuanto al impacto ambiental de sus operaciones Bitcoin cambia dependiendo de qué huella ambiental se considere”.
Noruega, Suecia, Tailandia y el Reino Unido se encuentran entre los países que figuran en la lista de los 10 primeros cuando se tiene en cuenta la huella hídrica o terrestre de sus actividades de minería de Bitcoin. En conjunto, los 10 principales países mineros de Bitcoin en términos de huella medioambiental son responsables del 92-94% de las huellas globales de carbono, agua y tierra de Bitcoin.
Los científicos de la ONU hacen una serie de recomendaciones sobre posibles intervenciones de los gobiernos para controlar y mitigar el impacto medioambiental de las criptomonedas. También sugieren invertir en otros tipos de monedas digitales que sean más eficientes en términos de uso de energía y menos perjudiciales para el medio ambiente. La investigación también llama la atención sobre los impactos transfronterizos y transgeneracionales de la minería de criptodivisas.
“Cuando se observa qué grupos se benefician actualmente de la minería de Bitcoin y qué naciones y generaciones sufrirán más sus consecuencias medioambientales, no se puede dejar de pensar en las implicaciones de desigualdad e injusticia del sector de las monedas digitales no reguladas”, afirma Madani.