¿Por qué la “Fed” no está convencida de crear un dólar digital?
La Reserva Federal (FED) es el banco central de los Estados Unidos, pero no es un banco cualquiera. Es una institución muy poderosa que tiene la capacidad de influir en la economía mundial con sus decisiones. Sin embargo, no todas las decisiones que se toman en la FED son iguales. Hay que distinguir entre varios tipos de decisiones y entender cómo se hacen.
En primer lugar, hay que saber que la FED está compuesta por varias partes. Una de ellas es el Sistema de la Reserva Federal, que incluye a los 12 bancos regionales de la FED. Otra parte es el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), que es el órgano que decide sobre la política monetaria, es decir, sobre las tasas de interés y la cantidad de dinero que hay en circulación. El FOMC está formado por siete miembros de la Junta de Gobernadores de la FED y cinco presidentes de los bancos regionales de la FED, que rotan cada año.
Cuando un grupo dentro del Sistema de la Reserva Federal realiza un estudio sobre algún tema económico, los resultados de este estudio son solo eso: un estudio. No son una decisión tomada por la FED. Para que sea una decisión formal de la FED, debe pasar por un proceso mucho más complejo.
Por otro lado, el FOMC es un cuerpo colegiado. Eso significa que cada miembro del comité puede emitir su opinión y votar según su criterio. Esas opiniones no representan la opinión de los demás miembros, ni mucho menos la opinión del colectivo. Por eso, a veces hay discrepancias y desacuerdos entre los miembros del FOMC, lo que se refleja en las actas y en los comunicados que se publican después de cada reunión.
Es decir, la FED no es una entidad monolítica ni uniforme. Es una organización compleja y diversa, que tiene diferentes niveles y tipos de decisiones. Por eso, hay que tener cuidado al interpretar lo que dice o hace la FED, y no confundir los estudios con las decisiones, ni las opiniones individuales con las colectivas. Así podremos entender mejor el funcionamiento y el impacto de la FED en la economía.
El dólar digital es una idea que suena muy atractiva y moderna. ¿Te imaginas poder usar tu celular para pagar con dólares virtuales, sin necesidad de billetes ni monedas? ¿O poder enviar y recibir dinero de forma instantánea y segura, sin intermediarios ni comisiones? Pues eso es lo que propone el proyecto del dólar digital, que está siendo considerado y estudiado por un grupo de expertos.
Pero no te emociones demasiado. El proyecto del dólar digital no es una realidad, ni siquiera una certeza. Es solo una posibilidad. Para que el dólar digital se convierta en una moneda oficial, debe pasar por muchas cosas. En primer lugar, debe obtener el apoyo de los miembros de la FED. Y luego, debe pasar por el Congreso, que es el órgano legislativo de los Estados Unidos y el encargado de aprobar las leyes. Es decir, el dólar digital tiene que superar dos obstáculos muy grandes y difíciles.
En otras palabras, el dólar digital está muy lejos de ser un hecho. El dólar digital todavía tiene que demostrar que es viable, conveniente y legal. Y eso puede tardar mucho tiempo, o nunca suceder.
Ahora bien, el “dólar digital” es una propuesta que consiste en crear una versión electrónica del dólar estadounidense, emitida y respaldada por la Reserva Federal (FED). El objetivo declarado sería facilitar las transacciones, mejorar la inclusión financiera y competir con otras monedas digitales, como las criptomonedas o las stablecoins.
Sin embargo, no todos los miembros de la FED están convencidos de la conveniencia y la viabilidad de este proyecto. De hecho, algunos ya han expresado sus dudas y sus críticas sobre los posibles riesgos y desafíos que implicaría el lanzamiento de un dólar digital.
Uno de ellos, por ejemplo, es Michelle Bowman, gobernadora de la FED, que ha manifestado su escepticismo en varias ocasiones. En un discurso pronunciado el 17 de octubre en la Escuela de Derecho de Harvard, Bowman afirmó que el dólar digital podría suponer “riesgos significativos y compensaciones para el sistema financiero”. ¿Por qué?
Bueno, Bowman cuestionó la necesidad de innovar en este ámbito, al considerar que existen otras soluciones que podrían satisfacer las demandas del público y del mercado mejor que una moneda digital emitida por el banco central. Por ejemplo, mencionó el servicio FedNow, lanzado en julio, que permite realizar pagos instantáneos entre bancos.
Además, Bowman señaló los posibles problemas que podría generar un dólar digital para la privacidad de los usuarios, para la intermediación bancaria y para la estabilidad financiera. También advirtió sobre los riesgos de las stablecoins, que son monedas digitales vinculadas a activos estables como el dólar, pero que tienen menos seguridad, estabilidad y regulación que el dinero tradicional.
Bowman abogó por un marco regulatorio para la innovación financiera basado en el principio de la misma regulación para los mismos riesgos. Asimismo, defendió el papel de los bancos como intermediarios que protegen a los consumidores de una posible intromisión del gobierno.
Claro que Bowman no se opuso a la investigación sobre el dólar digital, pero indicó que se requiere un mandato del Congreso para su emisión. También dijo que la FED sigue abierta a múltiples opciones para mejorar el sistema de pagos.
O sea, Bowman expresó su postura escéptica sobre el dólar digital y las stablecoins, al considerar que no aportan beneficios claros y que plantean desafíos importantes. Su opinión refleja la cautela y la prudencia con las que la FED está abordando este tema.
El dólar digital es una idea que pretende modernizar el dinero, pero que también podría cambiar el equilibrio de poder entre el banco central y los bancos. ¿Por qué? Porque el dólar digital sería emitido y controlado directamente por la Reserva Federal (FED).
Esto podría tener ventajas, como mayor eficiencia, seguridad y transparencia, pero también podría tener inconvenientes, como menor privacidad, competencia y diversidad. Y es que la historia nos ha enseñado que cuando el dinero cae enteramente en manos del público o del privado, las cosas no terminan muy bien debido a los abusos.
Por eso, muchos defienden un sistema híbrido como el actual, que combina la supervisión pública con la intermediación privada. Es un sistema que aprendimos de los ingleses, y que funciona como un método de balances y cheques. Es decir, un sistema que trata de evitar que nadie tenga demasiado poder sobre el dinero.
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