Europa sigue fuera del metaverso: ¡Que metaversifiquen ellos!
Europa, a través de sus instituciones, está fuera del metaverso. Ninguna de las empresas globalmente importantes involucradas en la creación y desarrollo de metarvesos es europea. Algo que debería preocupar a los responsables de las políticas públicas de innovación en la UE, en particular, y el continente, en general. Ni Roblox, ni Epic Games, ni Decentraland son europeas. Por supuesto, ni Second Life (Linden Lab), como propuesta premetaversiana, ni Meta, son empresas europeas. Europa no estuvo en el origen del metaverso y parece seguir al margen de la innovación vinculada al metaverso y sus potenciales desarrollos. Ha de tenerse en cuenta que el desarrollo de la web3 está detrás.
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Europa metaverso
Como en este mes de agosto, hasta las sospechas y malos pensamientos se relajan y van de vacaciones, no cabe pensar que se trata de un descuido de los dirigentes europeos o de la burocracia instalada en Bruselas. Seguro que hay una explicación políticamente correcta para la falta de impulso institucional al metaverso europeo. Es muy posible que nos estén protegiendo del mismo y, con este afán protector, hayan dicho: ¡Que metaversifiquen ellos!
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El metaverso es la generación de un espacio público por empresas privadas. Al menos, hasta ahora. Sin embargo, Europa parece tradicionalmente inclinada a que ese espacio público sea principalmente sostenido desde medios de titularidad pública. Es lo que ocurrió, a diferencia de Estados Unidos, con la radio y la televisión. Se olvida que las radios y televisiones públicas europeas no nacieron tanto para configurar esa especie de parque natural para la libre circulación de informaciones y opiniones, sino porque las empresas privadas europeas carecían del músculo tecnológico y de capital para realizar el despegue de esos medios de comunicación en Europa.
Libertad de expresión
La promoción de la libertad de expresión y opinión no constituía, en la mayoría de los casos, el objetivo. Recuérdese que, en España, la televisión pública se constituyó durante la dictadura franquista. Una televisión en la que la máxima manifestación de libertad de expresión quedaba reducida a los anuncios publicitarios.
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A pesar de tal origen de la televisión, para muchos de los intelectuales europeos, autopresentados como críticos, la configuración del espacio público a partir de empresas privadas es una especie de condena o atadura a los intereses de esas empresas privadas. Algo de razón tiene. Pero cierran los ojos a la constante subordinación de los contenidos emitidos por esas empresas públicas supuestamente defensoras de la neutralidad del espacio público a los intereses partidistas de los respectivos gobiernos.
Interacciones globales
En todo caso, cabe entenderlo como uno de los aspectos que expliquen la parálisis de la acción institucional europea con respecto al metaverso. Las instituciones se encontrarían en un nudo ideológico que las bloquea. Están expuestos en la difícil situación de tener que promover la configuración de un espacio público de comunicación a partir de las propuestas de empresas privadas, pues el momento del liderazgo de las empresas públicas de comunicación europeas parece haber pasado ya.
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Una parálisis que no es nueva en el caso de Europa y que puede llevarla a dar un paso más hacia su intranscendencia geopolítica. Y es que detrás del desarrollo del metaverso, donde aparentemente sólo florecen inocentes juegos, tiene lugar un juego político relevante. Se trata, entre otras cosas, de quién pone el campo donde se van a jugar millones de interacciones globales.