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Tendencias: hay políticos pro-bitcoin en todo el mundo, pero ¿qué aportan?

En los últimos años han surgido políticos pro-bitcoin en varias partes del mundo. Estados Unidos, México, El Salvador, Suiza y Portugal son solo algunos de los países que están en la ola creciente de candidatos legisladores y funcionarios electos que reconocen que la pionera de las criptomonedas tiene el potencial de mejorar al sistema financiero.

Si bien es cierto que la adopción masiva de bitcoin va a suceder con, sin y a pesar de la clase política, también es cierto que el efectivo electrónico peer to peer no necesita de los políticos, candidatos a la presidencia, ni de algún funcionario público para lograrlo.

Sin embargo, con más y más políticos hablando de bitcoin, también se viene transformando el discurso a su alrededor, para ir dejando a un lado el señalamiento que suele hacerse sobre bitcoin, como activo oscuro utilizado en operaciones ilegales.

Quizás de la mano de los políticos, el ecosistema de bitcoin está encontrando nuevos aliados que le ayuden a abrir caminos para rectificar los desequilibrios del sistema financiero tradicional, otorgando a los individuos un mayor dominio sobre sus transacciones económicas.

Más importante aún es el hecho de que los políticos entiendan que la autocustodia es un requisito esencial cuando se utiliza bitcoin, y que, por lo tanto, hay que defenderla. Eso los convertiría en verdaderos servidores públicos, conscientes de que representan y proteger los intereses generales de la sociedad.

Desde el punto de vista moral, los políticos tienen el deber de servir al interés público, pero ¿qué sucede cuando el Estado, la institución para la que trabajan, no está al servicio de las necesidades de las personas?

En ese sentido, para ser verdaderos garantes del bienestar social, los políticos pro-bitcoin deberían enseñar y promover el valor de la autocustodia. Esto para que los usuarios de la moneda digital puedan realizar realmente transacciones sin permiso, beneficiándose de la resistencia a la censura de la red,

Definitivamente, los políticos deberían ser ese batallón de defensa que controla al Estado e impide los abusos y además incentiva la adopción de bitcoin de una manera que sea soberana y autocustodiada.

Adicionalmente, en boca de los políticos pro-bitcoin, también se expone la naturaleza descentralizada de la criptomoneda y se marca distancia sobre el control que buscan imponer los gobiernos. De tal manera que surgen en la escena más debates sobre la democratización del poder y el potencial que tienen las sociedades más inclusivas.

Con más políticos pro-bitcoin, también se promueve la participación comunitaria y se va modelando la narrativa general de que la regulación debe preservar los principios básicos de la descentralización y la privacidad. Sobre todo, porque las conversaciones acerca de cómo lograr este equilibrio, son esenciales para el crecimiento sostenible del ecosistema.

De hecho, la alianza de los políticos pro-bitcoin y la comunidad de las criptomonedas es una fuerza que puede impulsar un cambio en el sistema financiero tradicional. Para ello lanzaron el movimiento The Stand with Crypto Alliance, que lleva adelante una campaña para promover una regulación adecuada para el ecosistema y que busca captar la empatía de 50 millones de usuarios de criptoactivos que tiene Estados Unidos.

Bitcoin, la carta que se juegan los políticos

La forma en la que bitcoin está teniendo protagonismo en el discurso de los políticos de varias partes del mundo es algo que habría sido inimaginable hace varios años. Todo indica que esta tendencia se mantendrá sin variaciones durante los próximos años, sobre todo si alguno de estos políticos pro bitcoin, gana la presidencia.

Si Robert F. Kennedy Jr., Ron DeSantis o Vivek Ramaswamy, ganan las elecciones estadounidenses en el año 2024, es probable que la incertidumbre regulatoria que sufre la industria de las criptomonedas en la actualidad alcance un mejor nivel de claridad y se acabe la presión regulatoria.

En Argentina, si Milei logra la victoria en noviembre, entonces Latinoamérica vería sentarse en la silla a su segundo presidente pro-bitcoin.

Milei afirma que Bitcoin «representa la restauración del dinero a su creador original: el sector privado». Además, sostiene que el banco central argentino es una institución fraudulenta, acusa a los políticos de engañar al público mediante impuestos inflacionarios y aboga por el cierre del banco.

Así que algunas de estas afirmaciones de Milei pueden ser replicadas por otros políticos de la región para dar respuesta a la población de sus respectivos países, afectados por los efectos de la hiperinflación.

Sin embargo, como ya se expuso en un artículo anterior, quedan abiertas varias preguntas sobre la forma en la cual los políticos están hablando de bitcoin: ¿son sinceros los políticos que prometen aplicar medidas para masificar su adopción? ¿qué hay detrás de esas promesas? ¿no será que bitcoin solo les sirve como trampolín para captar votos?

Responder estas dudas no es fácil. No hay manera de saber si son sinceros en su postura pro-bitcoin, pero la experiencia en esa área está llena de historias de promesas que luego no se cumplen. Por alguna razón los políticos han perdido credibilidad, lo cual deja en el aire otra duda: ¿será que quieren ganar credibilidad y popularidad acercándose a bitcoin?

Probablemente la respuesta a estas dudas está en manos de los bitcoiners del mundo. Pues lo mejor es que voten con conciencia, y cuando su candidato pro-bitcoin gane, entonces vaya y exíjale que cumpla todas sus promesas.

Debemos exigir más que simples palabras a los políticos que dicen apoyar a Bitcoin. Deberíamos esforzarnos por lograr una transición de promesas vacías a la introducción y aprobación de políticas que realmente beneficien a la pionera de las criptomonedas y a su comunidad.

De tal manera que es preciso escuchar las promesas que están haciendo los candidatos y políticos pro-bitcoin. Esa es una fórmula de participación activa para crear un mejor entorno alrededor de la criptomoneda más popular del mercado.

Al involucrarnos, podemos dar forma a decisiones políticas que faciliten el crecimiento y la aceptación de Bitcoin.

Es hora de aceptar que la única forma de darle verdadero valor a bitcoin es garantizar el derecho a la autocustodia y que los políticos deben verla y defenderla como una solución para el mundo.

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